Por Mario Cerdá Cánovas. Alumno de 2º Bachillerato. Mediador.
Llevo tiempo pensando en escribir sobre esto, y la verdad es que no es
fácil. No porque no sepa qué decir, sino porque es un tema del que
todos somos un poco conscientes pero que a menudo preferimos no mirar
de frente. El bullying existe en nuestro instituto, como existe en
casi todos, y creo que ha llegado el momento de hablar de ello con
honestidad.
Lo que realmente es
El acoso escolar no siempre es obvio. No es solo el típico empujón en
el pasillo o la pelea en el patio. A veces es mucho más sutil: es
dejar sistemáticamente a alguien fuera del grupo, es hacer comentarios
que parecen bromas pero que hieren, es crear un ambiente donde esa
persona siente que no encaja, que sobra, que algo en ella está mal. Y
lo peor es que muchas veces normalizamos estas situaciones pensando
que «son cosas que pasan» o que «no es para tanto».
Pero si te pones en el lugar de quien lo vive cada día, te das cuenta
de que sí es para tanto. Imagina levantarte cada mañana sabiendo que
vas a un sitio donde no te sientes seguro, donde tienes que estar
constantemente en guardia, donde cada comentario puede ser el
siguiente golpe. Es agotador. Y no debería ser así.
La parte en la que todos entramos
Aquí viene algo que me parece importante: la mayoría de nosotros no
somos ni acosadores ni víctimas directas, pero eso no significa que no
tengamos nada que ver. Somos testigos. Y lo que hacemos con eso
importa.
No hace falta que montes una revolución ni que te conviertas en el
defensor de nadie. A veces es tan sencillo como no reírte cuando sabes
que un comentario ha cruzado la línea, o preguntarle a alguien que
está solo si quiere unirse al grupo. Son gestos pequeños, pero cambian
las cosas. De verdad que lo hacen.
Yo también he estado en esa situación de ver algo que no me parecía
bien y no decir nada porque no quería meterme en ningún lío o porque
pensaba que no era mi problema. Y después te sientes mal, porque en el
fondo sabes que podrías haber hecho algo. No digo que sea fácil, pero
creo que merece la pena intentarlo.
Cómo me gustaría que fuera esto
Me gustaría que nuestro instituto fuera un sitio donde todos
pudiéramos ser nosotros mismos sin miedo. Donde las diferencias no
fueran motivo de burla, sino algo que nos hace más interesantes como
grupo. Donde nadie tuviera que fingir ser alguien que no es para
encajar.
Sé que suena un poco idealista, pero no creo que sea imposible.
Depende de todos nosotros: de ser un poco más conscientes de cómo
tratamos a los demás, de no quedarnos callados cuando vemos que algo
no está bien, de recordar que todos estamos intentando sobrevivir a la
adolescencia lo mejor que podemos.
Para terminar
No tengo todas las respuestas. Ojalá el bullying fuera algo que se
pudiera solucionar con un artículo en la revista del instituto, pero
sé que no es así. Lo que sí creo es que hablar de ello es un
principio. Reconocer que existe, que nos afecta a todos de una forma u
otra, y que tenemos cierto poder para cambiar las cosas.
Así que la próxima vez que veas a alguien pasándolo mal, aunque no sea
tu amigo, aunque no lo conozcas mucho, pregúntate qué puedes hacer.
Aunque sea algo pequeño. Y si eres tú quien lo está pasando mal,
recuerda que esto no durará para siempre y que hay gente dispuesta a
echarte una mano.
Al final, todos vamos al mismo sitio cinco días a la semana. ¿No sería
mejor que ese sitio fuera un poco más llevadero para todos?





Sé el primero en comentar